sábado, 20 de agosto de 2011

Un fin de semana de cazuela y vino tinto!






Una buena cazuela con vino tinto anima el espíritu y viene bien en cualquier momento, sobre todo si es invierno. La cazuela es un buen plato desde el comienzo. Pensarla y tomar la decisión de hacer una cazuela es una invitación a que se reúna la familia en torno a la mesa y llamar a un amigo o amiga para que venga a comer. Hay que pensar en el vino y el pan y por supuesto la previa. Cuando hacemos las compras o cuando vamos a la despensa en busca de los ingredientes comienza la aventura. Me gusta pensar que hay personas en el mundo que salen a su huerta a buscar las verduras, que van en busca de un buen trozo de oveja recién carneada o de una gallina que pasó "a mejor vida" y después a la despensa a buscar los chorizos y la panceta del último cerdo que se preparó y, que repartimos entre toda la familia.
Imagino a una mujer robusta, con el delantal puesto eligiendo unas cuanta cebollas, algún morrón, y algo de hoja verde, también un puerro, una cabeza de ajo de dientes grandes. La tabla espera en la mesada, la olla grande ya está lista y un buen chorro de aceite da inicio a la fiesta. Cortamos el ajo en dos por la mitad horizontal de modo que queden todos los dientes cortados por la mitad y colocamos las dos partes en el fondo de la olla para saborizar y perfumar el aceite. Cuando está bien caliente, va la panceta cortada en trozos finos. Es el momento de abrir el vino. Tinto. Una buena copa de vino siempre acompaña a la cocinera en esa magia de mezclar los ingredientes. El olor a ajo invade la cocina, los condimentos están a la espera, comino (fundamental para la cazuela) ají molido, pimienta negra y pimienta cayena roja, un poquito de orégano, un poco de sal, una hoja de laurel, una pizca de nuez y pimentón dulce o picante.
Después que está bien crocante la panceta, es momento de agregar chorizo colorado, carne de vaca, de oveja y/o de cerdo, esto es a gusto, agregar también alitas de pollo cortadas en dos, descartando la parte menos carnosa. Se puede poner pechito de cerdo que da mucho sabor. 
Se deja un ratito cocinar esto mientras tomamos un buen trago de vino. Es un buen momento para pedir ayuda en la cocina, invitar a los comensales a  limpiar  y pelar las cebollas, los morrones, las zanahorias, las papas, boniatos, zapallo y choclo. Se puede poner un puerro cortado bien chiquito que da mucho sabor. Repartimos las tareas y cada uno pela y corta una verdura. Es bueno dejar que cada uno lo haga como sepa hacerlo, sin dar demasiadas indicaciones ya que eso garantiza la sorpresa final del producto.
Mientras nos encontramos todos en torno a la mesada picando y cortando es un buen momento para contar anécdotas, chistes y experiencias de cada uno, tomar un poco de vino, reír, ensuciarse las manos y aprender a cocinar. 
En la olla se cocina la carne ya con los condimentos y le hemos agregado un generoso chorro de vino y lo dejamos macerar. El vino para cocinar debe ser bueno igual que para tomar, un vino malo puede alterar el gusto final y estropear un buen resultado.
Una vez listas las verduras, las vamos agregando en orden de tiempo de cocción, dejando el zapallo para el final que es el que se cocina más rápido y comenzando con las zanahorias que llevan más tiempo. Se puede agregar salsa de tomate y una buena cantidad de agua o caldo. 
Vamos a agregar lentejas, porotos, garbanzos y arvejas. Si pudimos poner a remojar con tiempo las semillas es mejor, de lo contrario debemos tener en cuenta el tiempo de cocción de cada uno. Podemos obviar lo que no nos guste, eso es claro. 
Una vez que colocamos en la olla todos los ingredientes, dejamos que se cocine a fuego suave para que no se pegue al fondo de la olla. Aconsejo no prender el extractor de aire, ya que los olores de los condimentos estimulan el olfato y por lo tanto el apetito, contribuyen a rememorar hermosas anécdotas, erotizan el espíritu y provocan al paladar, por lo tanto dejen que la magia de los aromas invada la casa y el alma de los comensales. (sin preocuparse por el olor en la ropa o el pelo).
Ahora es un buen momento para poner la mesa siempre contando con la ayuda de los comensales, mantel, servilletas, cubiertos, cazuelitas de barro o platos hondos, la panera con una servilleta a cuadros blancos y rojos y abundante pan flauta crocante y cortado en rodajas generosas, las copas, el vino y el agua. 
Mientras tanto también escuchamos música, pero a la hora de sentarse a comer bajamos el volumen para poder escuchar y disfrutar los "hummmmmm" que se producirán seguro. (Demás está decir que la tele no es invitada a esta mesa, ojalá así sea).
Podemos preparar un arroz blanco para agregar en el momento de servir.
Cuando el zapallo esté cocido, apagar el fuego, dejar reposar antes de servir
Una vez descansado el guiso, está listo para disfrutar, levantemos la copa y Salu!!!! y A comer!!!!

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