martes, 14 de febrero de 2012

Hacer el amor en la cocina...



La cocina tiene el encanto de toda la casa, es el lugar en el que por excelencia se combinan los cinco elementos: aire, agua, fuego, madera y metal. Decir que es el corazón de la casa es muy cierto, allí late la vida, se cuecen a fuego lento las pasiones, se esconden en tarros bien cerrados los secretos, esos que anidan en los corazones de todos los que pasaron por allí, que se alimentaron y alimentaron a otros en una cadena sin fin por generaciones. En la cocina viven los fantasmas, por que es el lugar más calentito de la casa; las hadas, los duendes y toda otra criatura viva o muerta se da cita en la cocina. La magia, la alquimia, la física y la química se congregan por la noche en las cocinas de todas las casas, para dar inicio a un día lleno de milagros pequeños. Allí se gesta, se concibe y se pare; se da a luz, se transforma una cosa en otra, como una magia, como una obra de Dios. Allí se nace y se muere, se alimenta y se llora, se mata y se da vida. La cocina es el lugar de la Gran Maga, la que amasa y hace leudar el pan, porque lo trata con tanto amor, que la levadura y la harina hacen el amor de forma maravillosa bajo un paño blanco en la intimidad de un bol. 
Es allí, en la cocina, donde pude medir mi crecimiento, y el de mis hijos; pude ver cómo me fui transformando con el paso del tiempo hasta llegar a ser la que soy, y en ese entorno alimenté a personas hermosas que son parte de mi camino de manera tan visceral. 
Creo, que es en la cocina, en medio de provocativas fragancias, entre una nube de vapores aromáticos, una noche de invierno destapando una sopa; digo que es ahí donde se gesta un hijo en el alma de una mujer. Vainilla y leche tibia son como madre y cocina. 


Cocinar es hacer el amor en la cocina. Es una danza sagrada entre ollas y sabores, humos u vapores. Hay que poner el alma, soltar las riendas de la fantasía y entregarse para ofrecer al otro el fruto de nuestro ingenio. Cocinar es amar, por eso es tan bueno.
Eso fue lo que sentí un día que cocinaba algo tan sencillo como arroz blanco con chorizos encebollados. No es liviano y no hace bien al hígado, ni a la arterias; pero es una comida de inspiración que se acompaña muy bien con vino blanco frío, o tinto natural si es invirno; y siempre es como un sacudón.


Compré arroz Don Ruggero variedad Carnaroli, de grano largo y ancho de industria uruguaya, cocinarlo fue un placer, puse una olla grande al fuego con un chorro de aceite generoso, y tiré tres dientes de ajo grandes cortados en rodajas, para hacerlo intenso. Volqué una taza del mencionado arroz y comencé a moverlo con una cuchara de madera. Parecían pequeñas perlas alargadas que iban cobrando brillo, les agregué sal y pimienta y luego dos tazas y media de agua, los dejé hervir y cuando el agua se hubo secado apagué el fuego y dejé reposar un momento, al poco rato lo removí y le puse aceite y jugo de limón. Lo reservé.
Es una delicia este arroz, con una presencia importante en la boca,tierno, es un arroz que se muerde, porque sus granos son panzoncitos, una placer de saborear. 
Los chorizos ya chillaban en el horno, rodeados de sendas rodajas de cebolla y pinchados para que queden más secos. Solo esperar un poco y mientras se terminan los chorizos se macera orgulloso el arroz.
Luego se cortan unos tomates en cuadrados pequeños, se colocan en un bol de barro y se condimenta con aceite, limón y orégano.
Los chorizos se cortan en tabla común rodeado de rodajas de pan crocante de panadería y blando casero. El arroz se sirve en cazuelas con una cucharada de tomates en el medio y una suculenta y redonda copa de vino. La servida implica que todos estemos alrededor de la mesa, que se junten los codos, que se choquen las manos, que estemos cerca como para limpiarle el mentón al de al lado. Risas, bromas, gestos y recuerdos se darán cita en torno a esa mesa, que si es redonda mejor, y cuentan que si se sirve este plato el 21 de julio a la noche, se dan cita en nuestros sueños los guerreros de la  historia, en gloriosas y épicas batallas ancestrales que nos harán despertar cansados y conmovidos.  Vayan probando desde ahora para que  la experiencia no los tome de sorpresa.  


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